domingo, 2 de octubre de 2011

Alonso Cano, pintor, escultor y arquitecto



Alonso Cano, pintor, escultor y arquitecto

Nació en Granada hijo del ensamblador Miguel Cano y de María de Almansa y fue bautizado en la parroquia de San Ildefonso (19-III-1601). Luego la familia (matrimonio, cuatro hijos y dos hijas) se trasladó en 1614 a Sevilla. Allí Alonso ingresó como aprendiz en el taller de Francisco Pacheco (17-VIII-1616), donde pudo conocer a Diego Velázquez y Francisco Zurbarán, y todo parece indicar que la escultura la aprendió de Juan Martínez Montañés, cuyo estilo y sentido clásico impregnan su etapa sevillana.
El 26 enero 1625 casó con la viuda María de Figueroa, que murió dos años después. En 1631 (31 julio) contrajo nuevo matrimonio con María Magdalena de Uceda Pinto de León, muchacha de 12 años de edad, sobrina del pintor Juan de Uceda Castroverde.
En Sevilla queda abundante constancia documental de su actividad profesional, especialmente en la ejecución de retablos.
La Virgen de la Oliva tiene «el empaque y apostura de una estatua clásica.»
Cuando en 1938 fue llamado a Madrid, deja una obra maestra, laVirgen de la Oliva Virgen de la Oliva del retablo mayor de Lebrija, grandiosa, mayestática, con «el empaque y apostura de una estatua clásica» y una riqueza de dicción y de movimientos que pronto se manifestarán en la corta y preciosa producción de la etapa madrileña, visible en el encantador Niño Jesús con la Cruz a cuestas de San Fermín de los Navarros (Madrid) o en el Crucifijo de Lecároz (Navarra).
En 1652 vuelve definitivamente a Granada donde es maestro de Pedro de Mena, hijo de Alonso, realiza lo más valioso de su obra y deja una impronta indeleble.
Alonso Cano es el creador de unas Inmaculadas menudas, íntimas y melancólicas que incitan a la oración
Inmaculada de la Sacristía de la CatedralSu estética, a través de un proceso de estilización idealista, prolonga las formas del Renacimiento, por lo que sus composiciones son cerradas, metidas en esquemas geométricos de perfil oval o de huso. Su manera de plegar los paños en grandes masas de ritmo muy medido da a las figuras un tono solemne, incluso en las de pequeño tamaño, como se advierte en la maravillosa lnmaculadita (1652 y 1656) tallada para remate del facistol del coro de la catedral, tan magníficamente grande en su pequeñez, que no se puso allí, sino en la sacristía, para mejor deleite visual. En su lugar, hizo Cano una tierna y sentidísima Virgen de Belén, también pieza de antología que se guarda en el museo catedralicio.
De 1656 son las cuatro grandes tallas del convento del Ángel Custodio (S. José, S. Antonio de Padua, s. Pedro de Alcántara y S. Diego de Alcalá), desbastadas por Mena, impresionantes en su colosalismo. Más canesca y deliciosa es la estatua en mármol, para el mismo templo, del Ángel Custodio, admirable de ritmo y de sentimiento.
En la Eva de la catedral resume su ideal de belleza clásico
En su última etapa de labor escultórica destacan de entre las abundantes cabezas, la de San Juan de Dios (Museo de Granada), que tiene la sobriedad y energía de un retrato romano, y, de entre los bustos, los de Ecce Horno y los colosales de San Pablo y Adán y Eva en la catedral. Puede asegurarse que esta pareja de prototipos humanos es lo más perfecto de lo tallado por el granadino, que en sus postrimerías quiso dejar constancia de su ideal canónico. La Eva, particularmente, asombra por su intemporal, inverosímil belleza.


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