LAS VERDADES DE PEROGRULLO
Edmundo López Bonilla
Esta necia realidad que nos aqueja a quienes vivimos fuera de la dorada
burbuja del poder y del dinero; y que, además, parece encerrase cada vez en sí misma, crearse un
blindaje que la aleja cada día más del clamor de los damnificados por su juego
de intereses, me hizo pensar la semana pasada que era inútil pergeñar las
reflexiones que me acucian el ánimo, por la repetición de los hechos cotidianos,
la indiferencia de las cúpulas del poder político y la dureza, la mezquindad de
los grandes dueños del dinero. Además, consideré que si alguien se toma la
molestia de leer lo que escribo, llegará a pensar que soy como el burro de la
noria.
Sin embargo, los hechos se dan con toda su crudeza,
su desfachatez, y considero que dejarse llevar pasivamente raya en la molicie
llana, que a mi juicio es sinónimo de dejadez, que es precisamente, lo que
“ellos” quieren: 7,000.000 millones de alienados por los problemas económicos,
la incertidumbre y el miedo que de vez en cuando se torna en brotes de lucidez,
hace a un lado la enajenación futbolera y se desborda en genuina indignación.
Pero “los indignados” dejaron de ser patrimonio de
España, porque las causas de su enojo son las mismas en la Patria de Lorca, que
en Grecia, Israel, Nueva York y la Unión Americana, que en Chile, Honduras, Colombia,
el continente africano con el añadido de
los brotes insurgentes, que en Libia, por ejemplo, evolucionó a una guerra
planeada, apoyada por los antiguos compinches europeos del “nuevo perro
rabioso”.
A estas manifestaciones de repudio al sistema
económico, se han unido las manifestaciones
en defensa de la vida. Un amplio sector de la población de
México tiene bastantes motivos para propugnar por el respeto a la vida humana.
Muestra de este vehemente deseo, son las
dos marchas impulsadas por Javier Sicilia y la secuela de testimonios de
quienes sufren por la muerte o la desaparición del esposo, el hijo, el hermano
o el amigo.
En otra vertiente de esta lucha, el día de 10
octubre, “Amnistía Internacional (AI), desde la ciudad de Londres, abogó hoy por la
liberación de los más de 17 mil 800 condenados en el mundo a la pena capital,
en el contexto del Día Mundial contra la Pena de Muerte, en el que honró a Troy
Davis, el más reciente reo ejecutado en Estados Unidos. En una declaración y un
video difundidos en su página de Internet, Amnistía Internacional recordó la
lucha social que se realizó en Estados Unidos y en el mundo para detener la
ejecución de Troy Davis, muerto el 21 de septiembre pasado por inyección letal.
(…) El afroestadunidense fue condenado y ejecutado por el asesinato del policía
Mark MacPhail en Georgia, en 1989, 40 minutos después que la Corte Suprema
rechazó un recurso in extremis para
impedir la ejecución.(…) La muerte de Davis reavivó el debate sobre la pena
capital en Estados Unidos, no sólo porque el acusado siempre se declaró
inocente, sino porque fue visto como el clásico caso del negro condenado
injustamente por la muerte de un blanco”. Periódico La Jornada 11 de
octubre de 2001.
Desde el año
2002 (13 de mayo), se creó en la ciudad
de Roma, la Coalición Mundial contra la pena de muerte, como resultado de la
Declaración del Primer Congreso Mundial contra la pena de muerte, organizado por “I’ Ensamble contre
la peine de mort”. (ECPM), organizado en junio de 2001, en Estrasburgo,
Francia.
La pena de
muerte, es quizá tan antigua como la edad de la civilización. En principio es
el recurso extremo que el Estado usa como disuasivo del delito. En la historia
de este “delito legal”, los motivos para su aplicación han tenido antecedentes
discutibles, por ejemplo, las ejecuciones por motivos religiosos o políticos.
Si bien cualquier persona puede recurrir al cobro de agravios por su propia
cuenta, el recurso de quitar la vida como castigo, está íntimamente ligado al
poder del Estado, o de entes paralelos: el Medievo y buena parte del
Renacimiento, tuvieron la Santa Inquisición.
Tribunal
eclesiástico establecido para inquirir y castigar los delitos contra la fe. Se fundó en 1231 a instancias del papa Gregorio IX
y la encomendó a los monjes dominicos, en sus inicios actuó en el sur de
Francia, pasó a Italia y más adelante a España, de donde se extendió a América
en la época de los Reyes Católicos: Isabel de Castilla y Fernando de Aragón. El
papa Inocencio IV, en 1252 autorizó el uso de la tortura cuando se dudara de la
veracidad de la declaración de los acusados; práctica que se extendió en la
mayoría de los casos. Los juzgados y castigados, sufrían desde la pérdida de
sus bienes, hasta la muerte en la hoguera. En la Nueva España existió desde 1552
y se estableció formalmente en 1571. En los 296 años de su existencia fueron
ejecutadas 43 personas: 17 en el siglo XVI, 25 en el siglo XVII. Los
Insurgentes más notables en la guerra de Independencia en México, fueron
juzgados y condenados por el Tribunal del Santo Oficio. El 10 de junio de 1820
se clausuró definitivamente en México, dicho Tribunal.
Los regímenes
totalitarios y democráticos que entre sus leyes conservan la vigencia de este recurso, buscan el aval de los
tribunales que sancionan la legalidad de estos procesos, y se espera que los
jueces sean probos para que de sus dictámenes no queden dudas: situación que no
se dio con el recientemente ajusticiado Troy
Davis, y que motivó la declaración de amnistía Internacional e incluso la
movilización en muchas partes del mundo, a favor de la conmutación de la pena.
En los
alegatos en pro y en contra de la aplicación de esta pena, se dan argumentos
basados en la observación, que hacen ver la inutilidad de llegar al recurso
extremo, porque las ejecuciones se dan y los asesinatos —motivo principal para
la punición— siguen cometiéndose y el garrote vil, los fusilamientos, la
guillotina, la silla eléctrica o las inyecciones letales, parecen no importar
en el momento del arrebato de quien mata sin premeditación y sin ventaja. Aun,
en la otra manifestación: quienes lo hacen con la premeditación, la alevosía,
la ventaja, si son probamente juzgados, aducen los propositores de la abolición
de este castigo, merecen la cadena perpetua.
Quizá quienes
instituyeron esa pena capital, estuvieron poseídos de una santa indignación y
pensaron que el infractor sufriría horriblemente al tener conciencia del día y
la hora de su muerte. Pero, ¿quién puede desentrañar el pensamiento ajeno?
¿Quién puede asegurar que un hombre recluido en prisión perpetua, en efecto se
arrepienta y sufra la angustia de esperar la muerte natural que será su
liberadora? ¿Y si el juicio no fue lo
impoluto que debió ser, el condenado llegará a la conformidad ante la
injusticia?
Como quiera
que sea, el movimiento que no solamente busca la conmutación 17 mil 800
condenados en el mundo a la pena capital, sino la anulación de ese castigo,
recorre la faz de la tierra. El logro de la anulación dejaría con vida a una
considerable cantidad de sentenciados, que por vicio, mala fe o discriminación
fueron sentenciados injustamente.
En cuanto a la
detención de la violencia en nuestro país, recurro a los engranajes del tiempo
con un ejemplo de nuestra vieja historia: Quetzalcóatl, el bueno, desde su
morada de Tula enseñó a los toltecas las artes y desterró la costumbre
ancestral de los sacrificios humanos. Sus enemigos le tendieron la trampa que
lo perdería, abandonó Tula e inició la peregrinación hacia el oriente para
finalmente, perderse en el mar, siguiendo el rojo incendio del sol naciente.
Mucho tiempo después, en el valle de México, los aztecas, cansados de pagar
tributos hicieron la guerra contra los de Azcapotzalco liderados por Tlacaélel.
Ganada esa guerra, el héroe Tlacaélel se dedicó al engrandecimiento del país
azteca hasta convertirlo en el gran imperio que registra la historia. Impuso al
pueblo la adoración al dios Sol-Huitzilopochtli, la vocación guerrera y
reintrodujo el rito de los sacrificios humanos olvidados desde el tiempo de
Quetzalcóatl y propició las odiadas guerras floridas donde se capturaban
esclavos de otros pueblos para ofrecerlos en sacrificio al dios
Sol-Huitzilopochtli.
Mas,
Nezahualcóyotl, rey de Texcoco, a pasar de haber participado en la guerra
contra los tepanecas de Azcapotzalco, no era partidario de los sacrificios,
como tampoco lo eran Tacayehuatzin y
Ayocuan señores de Huexotzinco, Tochihuitzin de Tlatelolco y Totoquiahuatzin de
Tacuba.
Según Miguel
León Portilla en “Los antiguos mexicanos a través de sus crónicas y cantares” “Hacia
1490, el señor Tecayehuatzin, rey de Huexotzinco, organizó en su palacio un
diálogo de poetas y sabios para tratar de esclarecer qué cosa era la poesía”.
La lectura de
los poemas registrados en el libro, sugieren la incomodidad que raya en la desesperanza por la comprobación de que sus
pueblos beneficiados por el trabajo y las artes, no alcanzan la satisfacción
plena porque están sometidos a los designios guerreros de los aztecas y la sed
de sangre de su dios Sol-Huitzilopochtli.
Y ellos
adoradores del dios Dador de la vida, se sienten indefensos y proclaman que “el
hombre es para el Dador de la vida un
objeto de diversión y de burla”.
Así era el
desencanto ante la fuerza del militarismo sediento de sangre, que un malhadado
día impuso el gran Tlatoani.
* *
* * *
Hace un año, hacía yo por este medio, el siguiente comentario con don Juan
Antonio Nemi Dib, amigo a quien respeto y admiro:
“Aun descontando el manejo mediático que se hizo
del caso de los mineros chilenos atrapados en una mina, su rescate y su posible
conflicto con la fama, siento una inmensa alegría porque todos ellos hayan sido
liberados de esa horrenda cárcel, donde si la suerte no hubiera cooperado con
muchas voluntades que se movieron sobre el suelo que los cubría, y apelaron a recursos técnicos y
medidas de salvamento hasta entonces
inéditas, habría ido muriendo poco a poco, entre inenarrables conflictos que
por fuerza se hubieran dado entre esos hombres enfrentados a condición tan
extrema.
“No recuerdo la fecha del primer contacto con los
mineros atrapados, pero sí recuerdo la imagen de don Sebastián Piñera jubiloso
porque el mensaje decía que todos estaban vivos y en buen estado. Un poco
después supimos que el presidente había instruido a los funcionarios de su
gabinete que les correspondiera el caso,
de entablar demanda contra los usufructuarios de la mina San José, por la
apertura y operación clandestina del yacimiento que había sido clausurado
porque no prestaba condiciones de seguridad. El día 13, unos instantes después
del retorno a la vida de Florencio Ávalos, luego de terminar el abrazo con que
recibió al primer rescatado, el presidente de Chile, Sebastián Piñera hizo un
breve discurso congratulándose por el éxito, mas para mí, dijo dos cosas de
mucha trascendencia: primero, que tenía un profundo respeto por la vida humana
y segundo: que aquilataba el valor del trabajo y respetaba a los trabajadores”.
Hace un año la popularidad del presidente chileno
era arrolladora en todo el mundo. Hoy, se dice que más del setenta y pico de
habitantes de ese país austral, desaprueba la gestión de don Sebastián Piñera.
Esto es debido a su obcecación, a su radicalismo derechista, que no ha vacilado
en la aplicación de los lineamientos neoliberales, ni en descargar la fuerza
del Estado contra los inconformes. ¡Gracias a Dios que hasta ahora, sólo se
habla de un adolescente muerto! Pero menudean los encarcelados, golpeados,
gaseados, empapados con carros tanque que disparan agua a gran presión. Tampoco
sabemos si a estas alturas la inconformidad ha evolucionado a indignación.
14
de octubre de 2011

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